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La retinopatía diabética es la enfermedad ocular resultante de la diabetes y es una de las principales causas de pérdida de visión en el mundo. La diabetes ocasiona un deterioro en los capilares (los vasos sanguíneos más pequeños) que irrigan la retina.

La retina es una capa que recubre el ojo por dentro y tiene como función percibir la luz y la imagen enviándola al cerebro a través del nervio óptico.

El daño en la pared de esos vasos sanguíneos de la retina hace que filtren fluidos (edema) y sangre, y además se forman nuevos vasos anormales más frágiles e irregulares (neovasos) que proliferan junto con tejido fibroso y que se rompen con facilidad dando hemorragias más o menos extensas. Todo ello puede provocar una disminución de la visión o distorsionar las imágenes que capta la retina.

 

 

¿Quién tiene riesgo de desarrollar una retinopatía diabética?

La causa está en la propia diabetes. Los riesgos de desarrollar retinopatía diabética aumentan cuanto más tiempo haya pasado desde el inicio de la enfermedad. Y se potencian cuando ha habido un mal control de la glucemia.

En general, casi todas las personas que han padecido diabetes durante varios años presentan algún grado de retinopatía. El embarazo y la hipertensión arterial pueden acelerar el curso de la retinopatía en el paciente diabético.

La retinopatía diabética severa puede evitarse en un 90% de los casos si se realiza un control estricto de la glucemia además de otros factores como el colesterol, la hipertensión arterial, o el tabaquismo. Si a esto se agrega un control oftalmológico regular, puede evitarse más del 95% de las cegueras por esta causa.

Una visita anual al oftalmólogo es la mejor medida preventiva que puede tomar toda persona que padezca diabetes.

¿Tiene algún síntoma de aviso de que está comenzando?

Uno de los mayores problemas de esta enfermedad es que no presenta síntoma alguno, sino hasta que está ya muy avanzada, en fase de retinopatía proliferativa. Si se produce edema -hinchazón- de la mácula en estadios más iniciales, se la puede detectar antes porque la visión se va haciendo progresivamente más borrosa, deformada o con puntos negros. La mácula es una pequeña área situada en el centro de la retina y es la encargada de la visión de los detalles, (gracias a ella somos capaces de leer).

Si no se produce edema macular, la enfermedad sigue su curso (si no se trata adecuadamente) sin síntomas hasta que comienzan a aparecer las complicaciones de la retinopatía proliferativa. Las hemorragias vítreas pueden percibirse como pequeñas manchitas negras, que se mueven, como ”moscas volantes” , otras veces son más grandes e incluso pueden oscurecer la visión de forma parcial o total.

 

¿Cómo se diagnostica?

Para el diagnóstico, el oftalmólogo examina el fondo del ojo -donde se ve la retina, la mácula y el nervio óptico- mediante instrumentos ópticos de precisión. En general, para ello es necesario que las pupilas sean dilatadas (agrandadas) por medio de gotas.

El nervio óptico es el encargado de transmitir la información visual captada por la retina al cerebro.

Si se comprueba la presencia de retinopatía diabética, se puede decidir ampliar el examen con otras pruebas complementarias como tomar fotografías en color de la retina (retinografía) o realizar una retinofluoresceinografía o angiografía con fluoresceína, que consiste en inyectar un colorante en la vena del brazo del paciente e inmediatamente después tomar una serie de fotografías del fondo de ojo, que muestran con gran detalle el estado de los vasos de la retina. La tomografía óptica de coherencia (OCT) permite de forma sencilla e indolora detectar el edema macular y hacer un seguimiento del mismo tras el tratamiento. Últimamente se están desarrollando sistemas de OCT que permiten la visualización de los vasos sanguíneos sin necesidad de inyectar contraste.

 

 

¿ Qué tratamientos se realizan a día de hoy?

En muchos casos en los primeros estadios de la enfermedad no es necesario tratamiento, pero esto sólo puede determinarlo el oftalmólogo en las visitas periódicas de control.

-Del edema macular difuso (EMD)

  • Inyección intravítrea de antiangiogénicos o anti-VEGF: los más utilizados son el Ranibizumab (Lucentis) y el último en salir al mercado ha sido el Aflibercept(Eylea) que tiene la ventaja de que su acción es más prolongada (dos meses).
  • Fotocoagulación con láser: por medio de disparos con láser se sellan los vasos sanguíneos de la retina y así se reduce el edema macular.
  • Terapias combinadas: láser más inyección intravítrea de antiangiogénicos y/o Triamcinolona.
  • Dispositivos de liberación de Dexametasona (Ozurdex): se colocan en el interior del ojo.

 

-Para tratar la retinopatía diabética proliferativa:

  • Lo habitual es aplicar entre mil y dos mil disparos de láser, realizando lo que se denomina panfotocoagulación. Si la retinopatía es descubierta en sus primeras etapas se pueden ir tratando localmente las zonas afectadas. El láser se aplica para detener la enfermedad, no para recuperar la visión, aunque en algunos casos ésta mejore.
  • Vitrectomía: es una microcirugía de alta complejidad, que implica extraer el vítreo (en ocasiones lleno de sangre) y reemplazarlo por una solución transparente. Durante el procedimiento se extraen las membranas o fibrosis que traccionan la retina y se suele aplicar endolaser. Se la recomienda en retinopatías proliferativas o cuando la hemorragia vítrea no se reabsorbe por sí misma.
  • Cirugía combinada de vitrectomía más cirugía de desprendimiento de retina. El desprendimiento de retina en la retinopatía diabética se debe a la tracción que realiza la fibrosis.

 

 

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